Primero fueron los negritos en barco, con cuatro rifles y que se consideraban piratas, los que apresaron a los tripulantes de un tal Alakrana y mantuvieron en vilo a la sociedad española. Cerca de tres millones de euros se pagó por su rescate, aunque nunca llegaremos a saber si esa cifra cayó en manos de Alí Babá y sus cinco compinches o de los barrigones de turno que mandan a estos desgraciados a cometer tales atropellos. Ahora, tras el espectáculo que dio Zapatero y su amigo de copas Moratinos, unos amigos de estos somalíes, también más negros que el ébano, han capturado a tres cooperantes españoles en Mauritania. El Gobierno -de compras navideñas y adornando los despachos de las superministras ZP- aún no se ha puesto a actuar y está más pendiente de enviar tropas a Afganistán que de lo que le pasa a los nuestros, a los ciudadanos de a pie. O hay un cambio de Ejecutivo, y me refiero al color político de la Moncloa, o los jóvenes treintañeros de nuestra generación podemos ir olvidándonos de cobrar algún tipo de pensión. Un barco como la actual Administración, a la deriva y sin un mando firme que lo guíe, continúa con su bochornoso juego de especulación y aplausos en un Congreso que se ríe de todos los españoles. Vamos a ver cuánto tiempo dura este nuevo caso Alakrana...