La Carla de todos

Si hay belleza hay deseo. Los políticos que viajan de visita oficial a Francia, a la nación de Asterix, se encuentran con la diosa del placer. Carla Bruni los tiene a todos hechizados bajo el influjo de sus más que patentados encantos. Así le ha pasado al primer ministro inglés que, tras flirtear con la esposa de Sarkozy, ha tenido los ojos fijados en su gran delantera. En una visita que buscaba acercar posiciones en materia de cooperación nuclear e inmigración, estos dos países, alejados diplomáticamente desde los desencuentros entre Jacques Chirac y Tony Blair, se han estrechado las manos gracias a la primera maravilla de Dios: la mujer. No obstante, la historia no tiene fin. Entre sus víctimas, Carla tiene el currículo de haber dejado más tiesos que la mojama a Carlos de Inglaterra y al duque de Edimburgo. Sin embargo, a esta princesa gala, como definen los tabloides del país vecino, no le gusta la carroña, sino el caviar.