Un congreso un tanto peculiar

Son aproximadamente las 12 del mediodía del domingo 22 de junio. Llevo en Valencia desde el viernes y ahora, cuando habla el presidente nacional de Nuevas Generaciones, Nacho Uriarte, os voy a comentar los entresijos de esta clase de eventos. En primer lugar, mi llegada al Hilton, aquel hotel de la niña maja que deleita a todos los jóvenes adictos a Internet, fue todo un poema. Describir la habitación sería muy largo, pero ya sabéis a qué me refiero. Sólo os digo que el sábado, viendo el Holanda-Rusia me clavaron cinco euros por una caña San Miguel. Siguiendo la estela popular, lo más destacable no es que Mariano Rajoy haya salido electo, de nuevo, como presidente nacional del PP, sino que en el recinto donde se celebra el congreso, -la Feria de Valencia- hay chiringuitos donde se puede gorronear de todo. He cogido abanicos, libros de Faes, me he bebido cientos de vasos de horchata, zumo y ayer, por ejemplo, me llevé en el maletín del portátil, ante la atónita mirada de Manuel Fraga, tres bocadillos de chorizo baratejo que regalaban para los periodistas. Cubrir un acto como éste es precioso para cualquier integrante de los medios de comunicación, porque mientras fumas por al lado pasa toda la cúpula directiva de los populares. Además, la sala de prensa, donde hay golpes por doquier, es un lujo por todas las comodidas que tiene. Aún así, me quedo con los amigos que he hecho y con la noche valenciana que, por cosas del trabajo y aunque parezca mentira, no he podido disfrutar lo que hubiera deseado, ya que he preferido quedarme en la habitación tomando té y dándome un baño de espuma hasta la 1 de la mañana. El desenlace queda aquí, porque este es un blog abierto, pero no tanto. Os dejo un fuerte abrazo a todos y ya, con más tiempo, os narraré lo que de verdad se ha cocido. Y no me refiero a la paella valenciana, sino al duelo Aznar-Rajoy. Porque sí, hay unidad en el PP, pero entre dos bandos bien distintos.